En un emotivo encuentro realizado en el patio central del Centro Especial de Reclusión de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia, ubicado en Puente Aranda, fueron escuchados los testimonios de las 23 personas privadas de la libertad, quienes pidieron perdón a sus familias y la sociedad, en el marco de los procesos y talleres de formación integral que reciben en este lugar.
“Yo solía ser de las personas que juzgaban y que pedía muchos años para cualquiera que delinquiera. Hoy, no solo por mi historia, sino por lo que escucho de mis compañeros, pienso distinto, me di cuenta que a cualquiera le puede pasar”, mencionó Carlos* un hombre privado de la libertad que actualmente se encuentra en un proceso judicial por un delito que asegura no haber cometido.
Con lágrimas en los ojos, manos temblorosas, pero con la convicción de un futuro distinto, Carlos* habló frente a sus padres, compañeros de taller, el cuerpo de Custodia y Vigilancia, el director del centro reclusorio y los funcionarios de la Confraternidad Carcelaria de Colombia. Pidió perdón por todo el proceso que su familia ha tenido que vivir y, además, perdonó, a quienes, según afirma, lo tienen allí.
Historias de perdón, de arrepentimiento o desahogo, se encuentran por decenas en los muros de este centro reclusorio. Por eso, con el apoyo de la Confraternidad Carcelaria de Colombia, se realizó un taller de justicia restaurativa para que estas personas puedan sanar, puedan aprender a controlar sus emociones y solucionar sus conflictos mediante el diálogo, siendo generadores y replicadores de paz.
“Perdonar es estar tranquilo con uno mismo, es aprender a soltar, a entender que seguir con esos sentimientos ello no conduce a más que llenarse de rencor”, manifestó Carlos*.
Al momento de dirigirse a quienes finalizaron el curso, Jasith Díaz, director de este centro reclusorio, le reconoció a cada participante el valor y gallardía de atreverse a pedir perdón, a reconocer sus errores y hacer parte de estos procesos, recordándoles que, desde la dirección del lugar, siempre se les brindará este tipo de ofertas para que puedan ocupar su tiempo libre y adquirir nuevas capacidades.
El curso tuvo una duración de ocho semanas, dos meses que fueron suficientes para que David* otro de los participantes, quien sí reconoce haber cometido muchos errores a lo largo de su vida, decidieran perdonarse, ofrecer disculpas y apostarle a un nuevo futuro.
David* es cartógrafo, reconoce que buscar dinero fácil lo alejó de su profesión y le llevó a tomar decisiones erróneas que tuvieron como consecuencia que hoy esté tras las rejas. “Las oportunidades de cambiar siempre están ahí, es uno el que decide realmente si tomarlas o no”, explicó tras contar que entre sus mayores anhelos está el volver a su ciudad, reencontrarse con su padre y retomar su profesión.
Sin dejar de combatir la delincuencia, Bogotá continuará apostándole a los procesos de resocialización y reconciliación, para buscar romper con el ciclo de reincidencia criminal, ofreciéndoles herramientas laborales y personales a estas personas para el momento en que recuperen su libertad.
*Nombres cambiados por protección de la identidad. Historia hecha por la Secretaría de Seguridad.